4 de marzo de 2011

Si todo está bien, no hay crecimiento


Cuando realizamos alguna actividad, función o servicio, y buscamos retroalimentación de los relacionados, usuarios o clientes (cual fuere el caso), la pregunta usual es “¿Cómo estuve?”, “¿Cómo quedó?”, o “¿Cómo te pareció?”, a lo que muchos respondemos dependiendo de la relación que tengamos con quien pregunta, lo cual puede ser desde muy condescendiente hasta muy “criticones”. 
Las respuestas “constantes” en alguno de los extremos (siempre mal o pésimos; siempre bien o excelente), dicen una de dos cosas: la persona es muy mala o muy buena haciendo lo que hace, o no tenemos ni idea de lo que nos preguntaron, sea porque nos importa poco o porque no pusimos atención a los detalles. Por ejemplo, si pregunto a mis estudiantes, colaboradores o a mi supervisor cómo estuve en alguna exposición o tarea, el que me digan “todo estuvo bien”, me deja medio decepcionado, porque implica que no tengo oportunidad de crecimiento, cuando eso no es cierto. 


En lo espiritual, cuando Pablo habla “hasta la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13), nos dice un mensaje que no a todos nos gusta: Dios siempre tendrá un “pero” de lo que hacemos, decimos o pensamos, que nos haga crecer.  El día que pensemos que no merecemos un “pero” o un “muy bien hecho, sin embargo…”, entonces nos consideraremos perfect@s (en eso que hacemos o en la vida), lo cual ya en sí mismo tiene un gran “pero”, porque implica que no hay oportunidad para crecer. 
Romanos 12:2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Autor: David A. Guerrero S.

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