1 de agosto de 2015

¿Cómo sé que Dios me escucha?


La expresión “no fue sino hasta” se utiliza mucho en la literatura histórica para definir o aclarar el antes y el después de un acontecimiento o tendencia. En cada generación, época o siglo, se presentan eventos o cambios que después son descritos como “…no fue hasta el año YYYY que el ‘asunto’ comenzó a…”. Por ejemplo, leí un escrito en el que se señalaba que “no fue sino hasta Rousseau, cuando se empezó a desarrollar la pedagogía… él recuerda que la palabra ‘infancia’ proviene de la raíz etimológica equivalente a no tener voz…

 
Es interesante ver cómo nosotros utilizamos muchas figuras del lenguaje (símil, metáfora, sinécdoque, metonimia, etc.) y muchos siquiera sabemos que lo hacemos. Por ejemplo, del escrito referido, eso de “tener voz” por decir “tener derecho”; o “tener voz y voto” por “tener derecho y que te hagan caso” (es mi traducción). 

 
En este sentido, eso queremos todos, que tengamos derecho a hablar, pero que nos escuchen y nos hagan caso. Al respecto, ¿cómo sé que Dios me escucha? ¿Puedo perder el derecho a ser escuchado? ¿Es posible disfrutar de nuestros gustos y placeres, al tiempo de pretender orar y que nos hagan caso?

 
Como criaturas hechas por Dios, todos “tenemos voz”; sin embargo, fíjate cómo Jesús condiciona el que Él nos haga caso: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14). Ese “si” condicional es grande, y yo lo traduzco “tienes voz, pero si no te sujetas a mis reglas, no serás escuchado”. El sabio Salomón, lo pone en palabras más fuertes: “El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; más la oración de los rectos es su gozo” (Proverbios 15:8), lo que pongo en palabras llanas “Si quieres que Dios escuche tus oraciones, sigue Sus reglas; de lo contrario, tus palabras le serán molestas”.

 
Esta relación fue diseñada de doble vía, por lo que viene con condicionantes que nosotros, cuando nos conviene, intentamos ajustar a la época y a nuestras circunstancias. Creemos que Él "debe" ajustarse a nosotros e ir con la actualidad de libertinaje, del "no creo que sea malo", "eso no es nada", o "eso en la Biblia era cosa de cultura".

 
Antes de exigir que seamos escuchados, revisemos los deberes que vienen con los derechos en nuestra relación con Dios, y sabremos si el Creador nos pone atención o espera a que nos ajustemos a Él.

 
Malaquías 1:9-10

Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos. ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda.

 

Autor: David A. Guerrero S.