21 de septiembre de 2014

Una Familia Consagrada.


Al hablar de la consagración familiar, necesitamos tratar este asunto desde el punto de vista de Dios.
Por igual, es necesario observar la relación que tiene cada miembro de la familia con Dios.

La familia se consagra a Dios, cuando cada miembro de manera particular busca estar consagrado.

Este es un llamado individual, un compromiso y  una responsabilidad personal.

Es el resultado de una eficiente relación con Dios por medio de Jesucristo.

Este resultado se reflejara en la familia, por consiguiente en la Iglesia, con beneficios visibles en la sociedad.

Dios nos llama a una vida de santidad y consagración. A una vida de entrega, negándonos a nosotros mismo, tomando nuestra cruz para seguir a Cristo.
 
La consagración individual.  

No podemos dar como pareja lo que como individuo no tenemos.

  • ¿Quién soy ante la presencia de Dios?
  • ¿Qué tanto me preocupo por mi crecimiento espiritual?
  • ¿Cómo esta mi relación con Dios por medio de su hijo Jesucristo?
  • ¿Quién dirige mi vida?
Estas preguntas nos ayudaran a entender si realmente tenemos una relación individual con Dios, lo cual se manifestara en mi relación de pareja. Y por consiguiente en el ejemplo a nuestros hijos.

 a)     Necesitamos reconocer los beneficios que tenemos cuando nos consagramos a Dios.

Efesios 1: 3-6
 
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor
nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad,   para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros    en el Amado.

b)     Por igual, es claro reconocer, que al consagrarnos a Dios, necesitamos hacer ajustes en nuestras vidas.

 Romanos 6:12-14

Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias;
ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.

c)     Dios entonces nos dice:

«Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto» (Génesis. 17:1).

 Un hombre o mujer  que va a ser completamente santificado(a) al servicio del Maestro, debe primero comprender todo el poder, la suficiencia y la gloria de Dios.

 El Dios a quien servimos lo llena todo, tiene todo el poder y todas las riquezas.

Si pensamos de él limitadamente, nuestra confianza será poca, y nuestra obediencia, mínima; pero si tenemos una gran concepción de la gloria de Dios, aprenderemos a confiar completamente en él, recibiremos más abundantemente sus misericordias, y seremos impulsados a servirle más consistentemente.

 
El papel de los Padres en la consagración de la Familia.

 
Aunque la consagración es un compromiso personal. No menos cierto es nuestra responsabilidad como padres y el papel desempeñado en la educación espiritual de nuestros hijos y el ejemplo mostrado con relación a nuestra obediencia a Dios.

De nuestra santidad, ¿Qué están imitando nuestros hijos? ¿Cómo estamos transmitiendo a nuestros hijos esos valores y principios espirituales?

Que nos dice la biblia a nosotros los padres:

 Esdras 7:10
 
Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla,  y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.

Necesitamos saber que como padres nuestra responsabilidad es ser maestros de nuestros hijos, enseñarles los mandamientos de Dios.

Pero antes de hacer esta tarea, necesitamos prepararnos. He aquí cuatro principios que necesitamos aplicar en nuestra vida de padres y maestros.

     a)     Preparar nuestros corazones.

Ore: Preparando su corazón.
Como padre y maestro necesitamos un corazón preparado.

Busquemos ser una vasija limpia (confesando todo pecado a Dios) de esta forma Dios nos puede llenar y usar.

¿Soy una vasija limpia que Dios puede usar?

b)     Inquirir en la ley de Dios.
 
Estudiemos: pasar tiempo en la palabra.
Encuentre el mensaje que Dios quiere podamos trasmitir a nuestros hijos.

 ¿Permitiré a Dios hablarme por medio de sus palabras?
 
      c)     Cumplir las leyes de Dios.

Aplique: personalmente, ¿Estoy haciendo lo que Dios me dice que hagas?
No esperemos que nuestros hijos hagan lo que nosotros no estamos dispuestos a hacer o ser.

¿Estoy haciendo lo que Dios me muestra por medio de sus palabras?
    
      d)     Ý enseñarla.

Comparta con sus hijos lo que Dios les da.
Dios espera que seamos diligentes para hacer lo que nos manda. (Esdras 7:23).

 El ánimo o la motivación vienen de Dios (Esdras 7:28)

 ¿Estoy dispuesto a compartir con mis hijos lo que Dios me enseña?

 
Deuteronomio 4:9

       Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos.


Cuando la familia es consagrada a Dios.

 
Dios desea que podamos ser testigo de su poder, su misericordia y su gracia.
Es razonable pensar, entonces, como debe la familia cristiana dejarse moldear por Dios.

    a)     Es cuando inicia Jesús diciéndonos:
 
Juan 15:4-6

Permaneced en mí,  y yo en vosotros.  Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo,  si no permanece en la vid,  así tampoco vosotros,  si no permanecéis en mí.
"Yo soy la vid,  vosotros los pámpanos;  el que permanece en mí y yo en él,  este lleva   mucho fruto,  porque separados de mí nada podéis hacer.
El que en mí no permanece,  será echado fuera como pámpano,  y se secará;  y los recogen,  los echan en el fuego y arden.

Entendemos de estas palabras lo interesante resultados de una vida en las manos de Dios.
Es necesario permanecer en Cristo.
Esta permanencia en Cristo nos garantiza una relación permanente con El.

 
b)     Otro compromiso de nuestra Consagración Familiar  esta en Mateo 5:13 y 14, Sal y Luz de la tierra.

 b.1 Como familia somos la sal de la tierra.

 Sal en el hogar, en la sociedad, en la Iglesia.

b.2  De igual forma, somos la luz del mundo.

 Luz en el hogar, en la sociedad, en la Iglesia.

 En los hechos, capitulo 1 y versículo 8 dice:

Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo,  y me    seréis testigos en Jerusalén (en el hogar),  en toda Judea (con los vecinos),  en Samaria (con los que están más lejos) y hasta lo último de la tierra (donde quiera que valláramos).

 Nuestro testimonió es crítico en nuestra consagración, recordemos los siguientes:

 Nuestro testimonio inicia en lo personal, con nuestra pareja, con nuestros hijos, con los vecinos, etc.

 
Conclusión.

Colosenses 3:12-15 dice.

 Vestíos,  pues,  como escogidos de Dios,  santos y amados,  de entrañable misericordia,  de benignidad,  de humildad,  de mansedumbre,  de paciencia;
Soportándoos unos a otros,  y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.  De la manera que Cristo os perdonó,  así también hacedlo vosotros.
Y sobre todas estas cosas vestíos de amor,  que es el vínculo perfecto.
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones,  a la que asimismo fuisteis     llamados en un solo cuerpo;  y sed agradecidos.


 Autor Mateo Martinez