27 de diciembre de 2016

Grietas en nuestra vida


Los seres humanos hemos sido dotados por nuestro Creador de unas habilidades que nos hacen ser únicos en la creación.  Tenemos la capacidad de crecer mientras vida hay en nuestro cuerpo. Este crecimiento forma nuestro carácter, dándonos la estabilidad emocional, espiritual y física que necesitamos para adaptarnos o adaptar el entorno que nos rodea.

En cuanto a nuestra vida, al adaptarnos al medio que nos rodea, vamos evolucionando, nos desarrollamos y nos reproducimos. Lo cual nos permite la existencia por generaciones en el tiempo. Así como buscamos en este tiempo un bienestar físico, también lo buscamos en lo emocional y en lo espiritual.

Vamos haciendo crecer nuestras emociones a un nivel de madurez, donde ya no tengo que juzgar ni culpar a otras personas por lo que me sucede. Donde ya puedes soltar y dejar ir. Donde sabes que la vida es mucho mejor si no vives del pasado y te enfocas en un futuro con libertad y tranquilidad. Donde tu pasado no es el estímulo de tu existencia presente, ni la base para tu futuro.

Esta madurez emocional te permite mirar los errores como oportunidad para crecer y no como fracasos en la vida. Para que esto tenga sentido y puedas vivirlo de manera plena es necesario trabajar continuamente en la contextura de tus emociones, de tal forma que no se formen grietas o huecos por donde puedan penetrar acciones negativas o salir aquellas que positivamente se han cultivado en el  tiempo.

Mientras que la madurez espiritual tiene su raíz en la fe. Como en cualquier parte en la vida, crecer en la fe requiere tiempo y dedicación. Siendo la oración y la palabra de Dios la clave para este crecimiento. Es donde aprendemos a comunicarnos con nuestro creador y donde dejamos que su palabra nos instruya para conocer  su amor y misericordia.

Dios quiere hacer de ti una vasija nueva, Él quiere corregir todas las grietas que a lo largo de la vida se han formado por consecuencia del pecado. En el libro de Jeremias capítulo 18 dice:

Cuando el objeto que estaba haciendo le salía mal, volvía a hacer otro con el mismo barro, hasta que quedaba como él quería. Entonces el Señor me dijo: "¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, israelitas, lo mismo que este alfarero hace con el barro? Ustedes son en mis manos como el barro en las manos del alfarero. Yo, el Señor, lo afirmo”.  (Vs 4-6 DHHD)

A Dios le encanta trabajar con nosotros, El ama hacer de nuestra inutilidad lo mejor, lo más especial, lo más útil para su Gloria. Cada día nos demuestra que la solución a nuestros huecos espirituales y emocionales  no está en desecharnos o deshacerse de nosotros, está más bien, en reutilizarnos, pero como a Él le place, “a su voluntad”.

¿Cuáles grietas pueden estar afectando nuestra vida tanto emocional como espiritualmente?

Estos son algunas actitudes que causan grandes grietas en la vida, son comportamientos que nos hacen  tener una vida sin sentido, fuera del plan que nuestro Dios diseñó para nosotros desde el principio de los tiempos.
 
     1-     El orgullo, ese exceso de estimación hacia uno mismo, nos hace sentir superior a los demás. Llegamos a un punto de soberbia tan grande que,  menospreciamos a las personas.  Herimos a nuestros seres queridos, traemos amargura y tristeza al corazón de personas que amamos y por consiguiente, a nosotros mismos.

 ¿Porque hay tantos hogares rotos? ¿Tantas relaciones destruidas? ¿Tantos lamentos y reclamos en padres e hijos, esposos, hermanos, familias y en sentido general, en nuestra sociedad? ¿No es por esta grieta llamada orgullo, abierta en nuestro corazón?

 Proverbios 11:2 dice: “El orgullo acarrea deshonra; la sabiduría está con los humildes”. 13:10 dice: “El orgullo solo provoca pelea…” así mismo nos recuerda Proverbios 18:12 que “tras el orgullo viene el fracaso”… La deshonra, la pelea y el fracaso, son grietas que Dios quiere corregir en nuestra vida.  Es por donde se escapa todo lo bueno que hay en nosotros, haciéndonos seres humanos rechazados por aquellos que deberíamos amar y ser amados.

 2-     El odio, es una actitud de antipatía, además de llevarnos a  odiar a los demás, también llegamos a odiar incluso nuestra propia vida. Es un sentimiento altamente negativo, una grieta que a simple vista puede verse superficial, sin embargo su profundidad es desbastadora. Nos enferma emocionalmente, se manifiesta en disgusto y antipatía. Es lo más dañino en las relaciones humanas.

 La mentira y la calumnia son dos elementos distintivos en la persona que odia.  Dice proverbios 10:18 “Es de mentirosos disimular el odio, y es de necios divulgar chismes”.

 Proverbios 26: 24-26 “El que odia, lo disimula cuando habla, pero en su interior hace planes malvados. No le creas si te habla con ternura, pues su mente está llena de maldad; aunque trate de ocultar su odio, su maldad se descubrirá ante todos”.

 Posiblemente podamos hablar con tan dulce sonidos, quizás quien nos escuche no pueda identificar lo que sentimos, y ante los demás quedemos bien parados con nuestras palabras, incluso con muchas de nuestras acciones. Pero, ¿Qué está realmente ocurriendo en nuestro interior? Esta es realmente la grieta que Dios quiere curar, aquella del alma, donde se esconden nuestros sentimientos, donde salen aquellas acciones que contaminan el cuerpo y destruyen por completo nuestro ser.

 Solo podemos alcanzar la sanidad divina a este mal cuando temamos a Dios y guardemos sus mandamientos, es donde está la verdadera sabiduría. Vale más sabiduría que piedras preciosas; ¡ni lo más deseable se le puede comparar! Yo, la sabiduría, habitó con la inteligencia, y sé hallar los mejores consejos. Honrar al Señor es odiar el mal. Yo odio el orgullo y la altanería, el mal camino y la mentira. En mí están el plan y su realización, yo soy el buen juicio y la fuerza”.  Proverbios 8:11-14
 

 3-     Rencor, es una grieta que enferma la mente, entristece el alma y hace desmayar al espíritu. Por algún motivo determinado odiamos a otra persona. Nos hace vivir en el pasado, con un resentimiento que no nos deja pasar la página, somos “históricos” en nuestro vivir. La falta de perdón genuino no nos permite olvidar lo que una vez entendimos fue una ofensa. Al punto de decir que perdonamos pero no olvidamos lo que nos han hecho.

 Solo imagínese por un momento ¿si Dios nos tratara de esa forma? Si Él nos dijera, te perdono pero no puedo olvidar tus pecados. ¿Dónde estaríamos nosotros? ¿Cuál sería nuestra esperanza? ¿Qué valor tendría la muerte de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo?

 Cuando perdonamos, no solo restablecemos nuestras relaciones con los demás, además, sanamos nuestras heridas, se curan grietas tan profundas que no podríamos sanar sin el perdón.

 El rencor nos distancia de las personas que una vez amamos, nos hace ver como personas que no cometemos errores y que solo vemos los errores de los demás. Nos separa de Dios, pues ¿Cómo podemos esperar perdón de Dios si no somos capaces de perdonar a quienes nos ofenden?

 Levítico 19:17,18  dice; "No abrigues en tu corazón odio contra tu hermano. Reprende a tu prójimo cuando debas reprenderlo. No te hagas cómplice de su pecado. No seas vengativo ni rencoroso con tu propia gente. Ama a tu prójimo, que es como tú mismo. Yo soy el Señor”.

 La base para modificar esta conducta es el amor, cuando aprendemos amar a los demás, la misericordia, la compasión y el perdón andan de la mano en nuestro diario caminar. Aprendemos a no buscar lo nuestro, a no hacer nada indebido,  a no irritarnos, sabiendo que el verdadero amor no guarda rencor, 1 Cor. 13:5.

 4-     La crítica, cuando se usa para censurar a los demás, se convierte en un mal destructivo.  Hay críticas que te hacen crecer, te ayudan a modificar conducta y hacer de ti una mejor persona, pero hay críticas que pueden terminar con la autoestima de una persona. Las personas que tienen la costumbre de andar criticando a los demás de manera negativa, muestran que son seres humanos infelices.

 Son personas chismosas, no dignas de confianza. Generalmente la persona que se dedica a este mal hábito de criticar a los demás, es muy mal vista y sus relaciones interpersonales no son buenas. Cuando aprendemos a ver la riqueza que hay en las cosas buenas y agradables de las demás personas, podemos amarlas por valores y principios.

 Matrimonios hoy día ya no existen y otros están en proceso de desaparecer por este mal hábito. Buenas amistades se han perdido por no cuidar la lengua. Incluso, sociedades enteras se han hundido en esta terrible grieta.

 Dios ha hecho énfasis en su palabra para que aprendamos a controlar nuestra lengua, para que podamos ser prudentes al pronunciar palabras y seamos sensatos al expresar nuestras opiniones acerca de  las demás personas.   

 Proverbios 20:19 dice; “El chismoso no sabe guardar un secreto, así que no te juntes con gente chismosa”.

 Santiago 3:4-6   “Mirad también las naves: aunque tan grandes y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno”.

 5-     El Orgullo, el Odio, el Rencor, la Critica, solo son algunas grandes grietas que he querido resaltar, pero no puedo dejar de mencionar otras tantas derivadas de estas ya mencionadas, como son: la avaricia, la envidia, la fornicación, el adulterio, las adicciones a sustancias peligrosas o prácticas inmorales, la idolatría, la hechicería,  la glotonería, la avaricia, la codicia, entre tantas… son aberturas en nuestras vidas que Dios quiere cerrar con la sangre de Jesucristo su hijo amado.

¿Por qué se producen estas grietas en nuestra vida? La Biblia dice que por el amor que le tenemos a este mundo.

1 Juan 2: 15,17 dice; “No amen al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no ama al Padre; porque nada de lo que el mundo ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece: los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas. Pero el mundo se va acabando, con todos sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre”.

El consejo divino es volvernos a Dios, mirar lo recto delante de nosotros con el fin de buscar sanidad directamente del Padre.
Proverbios 4: 23-27 dice; “Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida. Evita el decir cosas falsas; apártate de la mentira. Mira siempre adelante, mira siempre de frente. Fíjate bien en dónde pones los pies, y siempre pisarás terreno firme. No te desvíes de tu camino; evita el andar en malos pasos”.

Dios quiere curar esas grietas hechas por el pecado en tu vida, Él quiere sanar tu relación, quiere sanar tu amargura, quiere hacer de ti una vasija nueva, donde Él pueda depositar su amor y misericordia. Dios te ama…

Bendiciones

 Autor: Mateo Martínez