Podría atreverme a asegurar que tú en tu país, al igual que yo en el mío, en algún momento has llegado a disentir tanto con quienes te gobiernan, que quisieras agarrarles la cabeza y decirles “¿Es que no entiendes que estás mal?” para hacerlos entrar en razón respecto a algunas medidas y decisiones que suelen tomar. Es más, si manejas ciertos números estadísticos y económicos, es probable que digas: “¡Pero esos números no tienen lógica!”
Pensando en ciertas limitaciones que tenemos los ciudadanos respecto a ciertas medidas “oficiales”, analizaba la posición respecto a nosotros y el libre albedrío. Cuando los gobernantes dicen “Es X”, y nosotros decimos “Es Y”, se da una situación engorrosa entre lo que nosotros entendemos es necesario hacer y lo que ellos hacen. Similar sucede con Dios cuando nos dice “Es P”, y nosotros decimos “No, es Q”, muchas veces Él busca la manera de hacernos entrar en razón, y me lo imagino agarrándonos la cabeza y diciéndonos “¿Es que no entiendes que estás mal?”, pero el libre albedrío que nos dio le impide obligarnos y observa cómo caemos.
La diferencia entre la relación pueblo-gobernantes y Dios-humanidad, es que Dios siempre sabe lo que es mejor para nosotros. El problema con nosotros es que no llegamos a entender que si Dios dice “Es P” es porque sabe algo que nosotros no sabemos. Llegamos a tener mayores bendiciones, y hasta mucha más vida física y espiritual, cuando llegamos a tener el mínimo nivel de sabiduría de escuchar, entender y obedecer cuando Él nos dice: “Es P”.
Santiago 3:17
La sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.
Autor: David A. Guerrero S.
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