Autor: David A. Guerrero S.
En relación, aprendí la importancia que tiene el ser organizado y puntual en todo, a tal punto que una de las cosas que más me molestan, tanto a nivel personal como profesional, es la impuntualidad. Desde que empecé a trabajar en funciones y áreas de gestión y planificación, siempre anoto varias cosas en mi agenda cada vez que soy invitado, o invito, a una reunión: las personas invitadas, el día, la hora pautada y real de inicio, el propósito de la reunión, la hora pautada y real de finalización. Como llevo un record real, en los 12 años de labor corporativa, el 96% de las reuniones en las que he participado nunca han empezado y terminado a su hora, y casi el 70% de las veces alguno de los invitados faltó por alguna razón.
Una estadística similar me gustaría obtener de Dios. Si eres miembro de alguna iglesia, ¿cuántas veces al año llegas puntual a los servicios, y cuántas veces miras el reloj veinte veces cuando se acerca la “hora de salida”? ¿Cuál es la estadística de promesas a Dios cumplidas versus las incumplidas? Ahora, cambiemos el personaje, ¿te imaginas a Dios retrasando la hora de salida del sol, o retrasando el movimiento de rotación o traslación de la tierra? ¿Te imaginas a Dios “tomando vacaciones” de nosotros, como nosotros la tomamos de Él?
En lo personal, profesional o espiritual, la organización y puntualidad definitivamente influyen sobre el desarrollo y crecimiento del individuo.
Eclesiastés 5:4
Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
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