30 de noviembre de 2010

Mis relaciones (Parte IV) continuación de la relaciones con nuestro cónyuge


Seamos sinceros al expresar nuestros sentimientos.

Nuestras relaciones conyugales pueden debilitarse o fortalecerse, y depende en gran manera como nos acercamos al cónyuge a expresar nuestros sentimientos.

Decir lo que sentimos es lo más prudente en una relación, le da sentido de compromiso y responsabilidad, originalidad, seguridad, y en gran medida, confianza. Sin embargo, es necesario no confundir ser sincero con ser desconsiderado, poco ético, insensible e inconsciente.

Como cristianos estoy en el deber de hacer de mi comunicación un canal de bendición para los que me escuchan y en especial con mi cónyuge. Debería preguntarme antes de hablar, ¿Cómo lo aria Jesús? ¿Usaría Jesús este tono, estas palabras, este lugar, este momento, este gesto, esta forma que estoy empleando para comunicarle a mi esposa o mi esposo lo que siento?

Si te detienes a pensar por un momento en las enseñanzas de Dios, podrá hacerte una idea clara de su voluntad. El quiere un entendimiento amoroso y sincero de sus hijos (as). Es necesario pensar como Jesucristo, cuando El hablaba no buscaba sus propios beneficios, más bien se inclinaba a dar a los demás conforme a sus necesidades. Mateo 20:28 nos dice que El no vino a ser servido, más bien vino a servir y Efesios 5:8 nos enseña; Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz.

Pensar de esta forma nos anima a ser diferentes, y precisamente esta diferencia es necesaria en cuanto a la comunicación con mi cónyuge.

Pensar en mi esposa como compañera, como mi ayuda idónea, no como mi sirvienta, me permite tener una justa dimensión de la forma como voy a expresarle mis sentimientos. De igual forma, cuando tenga que expresar a tu esposo lo que sientes debe hacerlo con respeto y en amor. Pues debe considerar el lugar de tu esposo en el matrimonio y en el hogar.

En todo momento tu conducta debe ser como hijos e hijas de luz, nueva criatura en Jesucristo para gloria de Dios.

Por igual, tenemos la oportunidad de actual con el tacto de la consideración. Y en gran manera, esto se manifiesta cuando hablamos de aquellos que nos preocupa con esa persona tan importante con la cual compartimos nuestra vida hasta que la muerte nos separe.

La sinceridad nos permite crecer en la relación matrimonial. No es muy sincero aguantar algo molesto de tu cónyuge solo por no expresarle como te estas sintiendo con su actitud. Aguantar hasta la saciedad solo porque no queremos hacer sentir mal al esposo o a la esposa. Con la cortesía que amerita la situación a ser comunicada, así como con el debido respeto y el amor merecido, tienes que hacer saber a tu cónyuge esa preocupación. Recordando la importancia de ganar, ganar. Es decir, los dos deben salir beneficiados en el planteamiento del problema y en la solución.

Quiero recordarte lo dicho por Jesús en Mateo 7:12; Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos…

Este es un principio fundamental en el proceso de comunicación con nuestro cónyuge. Ruego a Dios nos permita recordar estas recomendaciones de nuestro Salvador en cada circunstancia de nuestra vida matrimonial.

Necesitamos ser empático, es decir, ponerme en el lugar de mi cónyuge cuando requiera ser escuchado o escuchada. Solo es necesario ser sincero.

Deje a un lado sus intereses personales.

Si busca una relación sana, en armonía y en crecimiento, deje a un lado sus intereses personales y enfoque su atención en los intereses de su matrimonio, deje de pensar en usted, ahora debe pensar en ustedes como pareja.

La relación matrimonial debe fundamentarse en la unidad, pues ahora no son dos, pues son una sola carne. Así dice la Biblia, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” Génesis 2:24.

Si cada cónyuge lucha por sus propios intereses, está contribuyendo a una eminente rotura de su relación matrimonial. Esto no es agradable delante de nuestro Dios, fue su deseo hacer del matrimonio una unión perfecta y duradera.

Permítase y permita a su cónyuge hacer cambios en su actitud, es prudente dejar a un lado la forma de conducta en nuestra soltería. Ahora es usted un componente en una relación santa, en un invento de Dios. Algo establecido para la felicidad de dos seres humanos unidos por el amor.

1Pedro 3:18 nos dice “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu”. Esto es motivador, ahora estoy muerto a la voluntad de la carne y vivo a la voluntad de Dios. Debo actuar conforme a sus principios, seguir sus normas y vivir bajo sus leyes. En este sentido, El quiere para mi completa felicidad. Por eso me ha dado una persona ideal con la cual estoy compartiendo mi vida por amor.

Es sensato dejar a un lado mis intereses y pensar en los intereses que como pareja me permitirán crecer, fortalecer mi relación y estar en armonía con mi creador. Esto no es difícil, pues no estamos solos, Dios está con nosotros y el nos sostiene en cada momento de nuestra relación. La biblia dice:” No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” Isaías 41:10.

Busque en todo momento la ayuda de Dios, permítale al Espíritu Santo ser su compañero en su relación matrimonial. Deje a Jesucristo vivir en su corazón y notara el cambio que experimentara su vida conyugal.

Hasta una próxima entrega…

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