Filipenses
2:3-6
No hagan nada por egoísmo o vanidad;
más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.
Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los
intereses de los demás. La actitud de
ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios,
no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.
- No actuar con egoísmo…
- Manifestar humildad…
- Velar por los
intereses de la otra persona…
- Tener la actitud de
Cristo…
¿Cuántas situaciones nos ahorraríamos
en nuestras relaciones interpersonales, si tomáramos en consideración, no
actuar con egoísmo?
Esto no solo pudiera estar afectando
tus amistades, también es uno de los detonante en las relaciones conyugales.
Parejas de muchos años están dejando su matrimonio a un lado del camino de la
vida, solo porque en uno de los cónyuges existe o sus acciones manifiestan egoísmo.
Hay tantas formas de manifestar el egoísmo y con tanta sutileza, que a menudo se
hace difícil identificarlo en la
relación. Cuando uno de los cónyuges quiere emprender un nuevo proyecto de vida
y el otro inicia el proceso de la desmotivación, o sus consideraciones sobre el
tema, pone a la otra persona inhabilitada para tal proyecto, hay la posibilidad
de que esté actuando con egoísmo, consciente o inconscientemente esta
desaprobando a su compañero(a) para emprender con éxito el logro de esa nueva meta.
Esto se manifiesta cuando uno de los
cónyuges quiere seguir estudiando, cambiar a un nuevo empleo, emprender un
negocio, tener nuevas amistades, hacer un viaje, comprar algo nuevo, cambiar
del lugar donde viven, adoptar nuevas formas para corregir a los Hijos e Hijas,
etc.… En la biblia encontramos muy enfáticamente el consejo de Dios… No hagan nada por egoísmo o vanidad… Necesitamos
estar claros y dejar muy convencidos a los demás delante la presencia de Dios, de que nuestra actitud
al emitir un juicio o razonamiento con relación a algún propósito de nuestro
cónyuge, nuestras motivaciones no están contaminadas por el egoísmo.
En todo momento se requiere del esposo
o de la esposa, una actitud de humildad, considerando a su cónyuge como
superior a sí mismo(a). Este comportamiento, en el caso de la esposa hacia su
esposo, nunca debe llevarla a pensar o tener una postura de inferioridad como
mujer. Mas bien, ella respeta a su esposo y el valora ese respeto dando el más
alto nivel de su amor y consideración por ella. En este sentido, entra el
consejo de Dios… considerar a otro como
superior a usted mismo…
Cuando en las relaciones
interpersonales se da ese tipo de consideración, existe la seguridad del
respeto mutuo y la relación se fortalece por la sinceridad. Si estos
ingredientes (consideración y sinceridad) forman parte de tu relación de
pareja, tus motivaciones conyugales
estarán encaminadas a darse el valor y el respeto que como personas
merecen.
Cuantos conflictos se evitarían en el
matrimonio, si en el trato interpersonal de la pareja se aprovechara la oportunidad de
verlo a él como superior a usted, y el
caso del marido, verla a ella como superior a usted mismo. Esto abre las
posibilidades, de darle el lugar que cada uno merece en la vida del otro. Un
lugar de respeto mutuo y amor sincero.
Cabe señalar, cuando una relación está
cargada de estos principios, no solo se benefician los cónyuges, también los
hijos aprenden el sentido del respeto y del amor hacia sus padres y por
consiguiente usaran este aprendizaje para organizarse en su futuro matrimonio.
Da sentido entonces, considerar a los demás como superiores a nosotros mismos.
Esto abre las puertas del éxito en el
matrimonio y las posibilidades para velar por los intereses de la otra persona.
Poner los intereses de su esposa sobre los tuyos o poner los intereses de su
esposo sobre los suyos propios, hace crecer la confianza conyugal. Cuando lo
importante no es lo mío, más bien es lo nuestro. Cuando las decisiones no son mía,
mas bien, cuando son nuestras decisiones. Cuando no son mis proyectos
personales, sino que mis aspiraciones o metas son nuestras. Cuando puedo ver el
bien común en las acciones individuales de cada componente o cónyuge.
Pablo, dirigido por el Espíritu Santo
nos deja un último consejo en estos versos, nos dice: “tengan la actitud de Cristo”.
¿Cuál fue la actitud de Cristo? “Cristo
Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios,
no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse”.
¿Cuál es tu actitud como esposos?
¿Cuál es tu actitud como esposa? ¿Cuál debería ser la actitud que deberían
adoptar los esposos si siguieran el ejemplo de Cristo Jesús?
Si el esposo se aferra a su puesto de
marido, amo y señor del hogar o si la esposa se aferrara a su puesto de mujer,
madre y señora de la casa, ¿Dónde estaría la consideración mutua? ¿No estarían
actuando con egoísmo y sin humildad? ¿A dónde quedaría el amor y el respecto?
Dios nos anima a pensar más
profundamente, El quiere que imitemos su desprendimiento, el nos regaló a su
hijo Jesús y Jesucristo nunca se manifestó a la humanidad como alguien superior
a los demás. Su conducta de humildad lo llevo a dar su vida por cada uno de
nosotros.
Es importante que en el matrimonio
existan estos ingredientes: Actuar sin egoísmo, manifestar humildad en las
relaciones interpersonales, velar por los intereses de tu cónyuge y tener la
actitud de Cristo.
Bendiciones…
Autor: Mateo Martínez
Sabia reflexión hermano, DIos le bendiga!!!!
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