23 de diciembre de 2010

¡Contribuya al cambio de su pareja!


Por: Fernando Alexis Jiménez.

Versículo para Memorizar: 

"Pero quiero que entiendan que Cristo es la cabeza del hombre, y que el esposo es cabeza de la esposa, así como Dios es cabeza de Cristo" (1 Corintios 11:3. Versión Popular "Dios habla hoy")

Enseñanza Bíblica:

Antes de entrar en detalle con la Lección de hoy, es importante retomar algunos elementos de una cualidad sumamente importante: la Gratitud. ¿Cómo la desarrollamos? Acudiendo al menos a dos ingredientes: el primero, tomando los beneficios recibidos de nuestro cónyuge y, por supuesto, de nuestro amado Dios, y el segundo, reducir a su más mínima expresión las expectativas que podamos tener de nuestra pareja. Aquí cabe mencionar que con demasiada frecuencia idealizamos a nuestro cónyuge y sufrimos enormes decepciones si por alguna razón nos falla.

Cuando ocurra que se desanima por algún yerro de su pareja, recuerde que en Dios encontramos la fuerza suficiente para seguir adelante. El autor sagrado lo describe de la siguiente manera: "Solo en Dios encuentro paz; mi salvación viene de él. Solo él me salva y me protege. No caeré, porque él es mi refugio" (Salmo 62:1, 2. Versión Popular). Es menester que tengamos en cuenta que debemos afirmar nuestras expectativas en Dios y no en el hombre.

Sumamos ahora otras tres cualidades que es importante desarrollar al interior de la relación de pareja como un aporte para el cambio:

Calma. La podemos explicar como la paz interior que nos permite responder con serenidad ante cualquier situación de tensión. Aunque la otra persona nos provoque con expresiones hirientes o molestas, tener el control de la situación de tal manera que no perdamos los estribos.

Es importante recuperar la sensibilidad que pudiéramos haber perdido por la dureza de la pareja. Para lograrlo es fundamental que analicemos cuáles son nuestras reacciones frente a los estímulos externos. Hay dos recomendaciones que le invitamos a tener en cuenta:

a.- Controlar la tendencia a reaccionar inmediatamente ante cualquier estímulo sin medir el alcance de lo que hará.

b.- Reconocer que con ayuda de Dios podemos cambiar la naturaleza de nuestras reacciones.

Delicadeza.- Entendida como el mostrar consideración por los sentimientos del cónyuge. Es reconocer la fragilidad que puede acompañar a las emociones de la pareja. No podemos olvidar que los dos somos seres humanos con fortalezas y debilidades.

Amor desinteresado. Es el estado en el que nuestras acciones se encaminan a satisfacer las necesidades de la otra persona. Al contraer matrimonio la idea más generalizada es que el amor nunca fallará; sin embargo en la práctica descubrimos otra cosa totalmente diferente. En la Biblia aprendemos que quien produce el cambio en nuestro cónyuge es Dios mismo ya que como anota el apóstol Pablo: "En cambio, lo que el Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley" (Colosenses 5:22, 23. Versión Popular)

El amor desinteresado tiene unos componentes que relacionamos a continuación:

a.- Afecto.- Recordemos que nuestra pareja colma nuestras expectativas emocionales en gran medida; de otra manera no estaríamos a su lado, a menos que lo estuviéramos bajo presión. El afecto persistirá en la medida que sintamos que la persona colma tales expectativas.

b.- La pasión.- Es en esencia la necesidad de satisfacer los deseos, especialmente el de carácter sexual. Pero un amor alimentado solo con la pasión puede estar condenado a fracasar porque temprano o tarde llegará la fase del cansancio o la rutina.

El amor genuino.- Es la fuerza motivadora sin precedentes que se centra más en dar que en recibir. No brota de los sentimientos sino del deseo de satisfacer lo que necesita realmente el cónyuge.

Lo alimentan dos ingredientes muy importantes:

a.- Reconocer el valor que tiene la otra persona ante Dios.

b.- Utilizar el poder creador para, con ayuda del Señor, satisfacer la necesidad de la otra persona.

No olvide jamás que no solamente es posible el cambio del cónyuge sino que lo motivamos con nuestras propias acciones y, por supuesto, involucrando a Dios quien debe reinar en la relación.

Fuente

Heraldos de la Palabra

http://www.heraldosdelapalabra.org/leccionesparacelulas/serie_la_familia_en_armonia_con_dios/20_contribuya_al_cambio_de_su_pareja_parte2.htm

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